domingo, 1 de enero de 2017

Cómo fue 2016 con los trillizos.


Ante todo debo pediros perdón por tener el blog abandonado... sí, lo reconozco. En 2016 no estuve muy pendiente de él. Con el propósito de enmienda para el año que acabamos de empezar, os cuento cómo viví mi cuarto año como mamá de trillizos. 

2016 fue el año en que dijimos adiós al chupete. Lo que pensaba que iba a ser un drama resultó facilísimo, ya os lo conté en este post
También acabamos de quitar todos los pañales de día (a Leo le costó más pero finalmente lo consiguió). 

En 2016 pasamos un duro momento con la pérdida de nuestro adorado gatito Bertín. Sabes que te queremos y te querremos siempre minino. 

En 2016 Leo, Gemma y Lídia comenzaron el cole. Tengo que escribir un post especial para hablaros de la escuela, pero os diré que están encantados de la vida. 

En 2016 los trillizos estrenaron habitación. Decidimos tirar un tabique y unir dos habitaciones para que tuvieran una grande y espaciosa dónde poner tres camas, y que además les sirviera de cuarto de juegos. 

Y en 2016 incorporamos un nuevo miembro a nuestra familia: un perrito!! Es un precioso labrador amarillo que ahora tiene 5 meses y muchas ganas de jugar. Se llama Son, y esperamos vivir muchos momentos bonitos con él.

Fue un año de poco escribir porque tuvimos mucho trabajo con tres bichejos de tres años que requieren nuestra atención constante... además Papá de Trillizos ha estado muy liado con un proyecto de teatro que por suerte está siendo un éxito!! 

Peeeeero....

Me propongo para 2017 retomar el blog y contaros muchas cosas!!!
Besos a todos y feliz Año!!!!

Mamá de Trillizos 


domingo, 21 de agosto de 2016

Lo que tiene que ser, es.

Lo que tiene que ser, es.

Creo en el destino. No siempre ha sido así, pero ahora tengo la certeza de que lo que tiene que ser, es.

Yo quería ser madre. El destino no quiso que me quedara embarazada de manera natural. 
El destino no quiso que, después de más de 10 tratamientos de fertilidad, mi sueño se realizara. Los hice todos. Recorrí los más prestigiosos centros de Barcelona. No. El destino no quiso. 

Pensé que a lo mejor mi destino era adoptar. Me ilusioné hasta el infinito con ese niño o niña que vendría de muy lejos a alegrar nuestra casa. Fue ponernos en lista, y frenarse en seco las adopciones. A día de hoy, muchas parejas que estaban con nosotros en esa lista siguen esperando.

El destino puso en mi camino, cuando ya no pensaba hacer más tratamientos, cuando ya me planteaba mi futuro sin hijos, una noticia de diario en la que se hablaba de nuevos descubrimientos de la ciencia. Y a partir de ahí, el destino me puso delante a dos ángeles en forma de doctores, que volvieron a avivar el fuego de mis esperanzas. 
El destino quiso entonces que mi ansiado embarazo empezara su andadura con tres inquilinos en mi vientre. 

El destino. El destino quiso que tuviera un accidente de coche con apenas un par de meses de gestación.  Lo suficientemente grave como para provocarme un enorme sangrado que me hizo pensar que mi destino no era ser madre. La ecografía delató tres pequeños corazones que seguían latiendo con fuerza y ganas. 

Mi maravilloso destino quiso que un embarazo que se preveía preocupante y de riesgo resultara ser plácido y sin problemas. Porque el destino puso a mi disposición el mejor equipo médico que veló porque eso fuera así. 

El destino os trajo a los tres, Leo, Gemma y Lídia, a nuestras vidas, cuando teníais que llegar. Aunque nosotros nos hubiéramos empeñado en que fuera mucho antes. Fue cuando tuvo que ser. Fue, porque tuvo que ser.

Bendito destino.


miércoles, 20 de julio de 2016

Lo peor de tener trillizos

Cuando la gente te ve con trillizos lo más comentado es: "cuánto trabajo!! qué dineral!! vaya barriga tendrías!!! cómo te las apañas? me pasa a mí y me da algo, te admiro!!"


Y yo os digo: lo peor de tener trillizos no es el trabajo que dan (que lo dan), porque con organización, paciencia, ganas, y por qué no decirlo, ayuda, se sale adelante perfectamente. 


Lo peor no es el dinero que cuesta (que lo cuesta), porque te das cuenta de que a veces los bebés no necesitan tantas cosas materiales (os aseguro que muchas son perfectamente prescindibles) y en nuestro caso heredar ropita y accesorios de primos y amigos no ha sido nunca un problema. Y a la que dejas atrás leches especiales y pañales, la cosa cambia. 


Lo peor no es (o no lo fue en mi caso por lo menos) tener una gran barriga, porque de hecho mi embarazo fue muy bueno a pesar de considerarse de riesgo.


Lo peor es la sensación de que mientras atiendes a uno, no puedes estar con los otros dos. Qué tú eres una y ellos tres, cada vez más grandes y más independientes, y cada uno de ellos reclama su atención personalizada. Que cuando estoy acunando a uno de ellos un rato antes de ir a dormir (si, cada noche por turnos los cojo un ratito a cada uno), escuchas a los otros decir: mami, ya me toca a mi!!! Y te gustaría partirte en tres para poder abrazarlos a la vez. 


Pero... ¿sabéis? Hasta eso es positivo. Porque mis hijos saben desde que nacieron que hay que compartir, que hay que saber esperar, y que nunca estarán solos porque tienen dos compañeros de juegos de su misma edad que encima duermen en la misma habitación. Y yo, que soy su madre, tengo amor infinito para los tres hasta el día en que me muera. 




lunes, 11 de julio de 2016

Mamás más allá de los 40

Acabo de ver el programa "9 meses con Samanta Villar". Si, ya sé que hace siglos que lo dieron, pero lo acabo de ver. Me ha hecho recordar tanto mi embarazo... Yo, como ella, fui madre primeriza a los 40 años. Mamás añosas nos llaman. Pero lo cierto es que cada día somos más. 


Anne Igartiburu acaba de ser mamá biológica por primera vez a los 46 años (ya lo es adoptiva de dos niñas); Ana Rosa Quintana tuvo a sus mellizos con 48; la cantante Ana Torroja fue madre primeriza con 45; la periodista Gloria Serra ha dado a luz a gemelas con 50...


Como ellas, miles de mujeres en el mundo deciden (o lo deciden sus circunstancias como fue mi caso) ser madres pasada, y a veces bien pasada, la barrera de los 40. Las técnicas de reproducción asistida juegan a nuestro favor, en un mundo que funciona a un ritmo distinto que nuestra biología. Según parece, la mejor edad para tener hijos es, para las mujeres, de los 25 a los 35 años: a esa edad, muchas empezamos a plantearnos la maternidad. Otras, deciden congelar sus óvulos hasta que llegue el momento adecuado: algunas, renuncian para siempre a tener hijos.


Mis hijos nacieron, a mi pesar, con los 40 ya cumplidísimos. Yo hubiera estado encantada de tener a mis hijos antes... pero no pudo ser. 


Hay quien dice que es mejor ser madre joven porque tienes más energía y paciencia para ocuparte de tu/tus bebés. Yo no creo que sea así. Yo deseaba con tanta fuerza ser madre que estoy segura de que no hubiera sido ni más paciente ni más activa con 20.


Hay quien sostiene que con 40 tienes más experiencia, eres más sensata, has hecho tantas cosas (salir con tus amigos, viajar) que teóricamente no lo echas de menos y por tanto disfrutas más de la maternidad. Tampoco creo que sea así. Ni todo el mundo puede viajar, ni a todo el mundo le gusta salir y trasnochar, y la maternidad es tan maravillosa que la disfrutas a la edad que te llegue, sean 20 o 45


Ahora bien, todo tiene un limite. No puedo entender a esas mujeres con más de 60 que se empeñan en ser madres. Aunque la ciencia lo permita. Y no por ellas mismas, que estoy segura de que dan ese paso porque ansían algo que la naturaleza o sus circunstancias le negaron en su día. Por sus hijos, que están destinados a justificar siempre que esa señora que los viene a buscar al cole no es su abuela sino su mamá, y que más que probablemente serán huérfanos jóvenes. Muy jóvenes. Niños a veces. 


Hecha esta mención aparte, cuando pienso en mi propia historia veo una peli con dos partes, antes y después de los 40.

La primera, no me puedo quejar, la viví con alegría, proyectos, buena compañía y bastante buena suerte. 

La segunda, con más trabajo, más estrés, más prisas, menos tiempo para mí... pero con mis tres tesoros, Leo, Gemma y Lídia, que llegaron, ahora lo veo, cuando tenían que llegar. Con 40. Si no, no serían ellos. 





martes, 26 de enero de 2016

El cumpleaños de Papá de Trillizos.

Cuando hice esta página la llamé Mamá de Trillizos. Pretendía y pretendo con ella compartir con vosotros mi extraordinaria experiencia como madre de tres bebés a la vez.

Pero en esta aventura que la vida me ha puesto por delante, nada sería tan llevadero sin Papá de Trillizos.

Papá de Trillizos lo es desde hace tres años, pero hace ya más de veinte que se convirtió en mi compañero de vida.

Papá de Trillizos es quien, al ver que los bebés no venían, siempre tuvo una palabra de aliento para mí y nunca me dejó sola.

Papá de Trillizos es quien no escatimó esfuerzos en nuestra lucha por la paternidad, pero al mismo tiempo supo hacerme sentir que aunque fuéramos sólo dos éramos una verdadera familia.

Papá de Trillizos es quien, al saber que venían tres, le echó valor al asunto y dijo: vamos para adelante con todo.

Papá de Trillizos fue quien, en los tres primeros días de vida de nuestros bebés, en los que yo no pude estar con ellos, subió y bajó mil veces por los ascensores del hospital para poder estar con los cuatro.

Papá de Trillizos es quien llega a casa de trabajar y provoca tres grandes sonrisas y gritos de alegría: papi, papi!!!

Sin Papá de Trillizos, Mamá de Trillizos no lo tendría tan fácil.

Papá de Trillizos es Juan Carlos, y hoy es su cumpleaños. Hoy apagará las velas con la ayuda de Leo, Gemma y Lídia, que ya llevan cuatro días ensayando el "Cumpleaños Feliz".


Te quiero. Te queremos. Felicidades!!!


viernes, 8 de enero de 2016

Los trillizos dejan el chupete

Hace dos días que mis hijos no usan chupete. Se lo dieron a los Reyes Magos en la Cabalgata del pasado 5 de enero. He esperado a la tercera noche sin chupete para contaros cómo lo llevan.
Leo, Gemma y Lídia llevaban ya tiempo usándolo básicamente para dormir, y aunque de día ni se acordaban de él (salvo en momentos críticos -tras una caída o un desencuentro entre hermanos-), llegando la noche era primordial tenerlo a mano. 

No voy a entrar en si usar chupete es bueno o no. No soy una experta en el tema, y si buscas información hay tanto detractor como defensor del chupete. Los primeros sostienen que deforma los dientes, que puede interferir en la lactancia materna, incluso que puede producir infecciones de oído; los segundos, que reduce el estrés del bebé, que es un excelente analgésico y que disminuye el riesgo de muerte súbita. 

Mi experiencia con el chupete no ha sido mala. Ha sido un excelente "quita penas" en muchos momentos.  

Pero con casi tres años nos parecía que había llegado el momento de que lo dejaran, y la excusa de los Reyes Magos era perfecta para que los entregaran a sus Majestades que a su vez se lo darían a otros niños más pequeños. Llevábamos tiempo intentando que se hicieran a la idea, pero reconozco que me daba cierto miedo el momento de la separación definitiva. 

Llevan tres noches. La primera, lo pedían (a pesar de hacer pocas horas que ellos mismos se lo dieron a los Pajes Reales), y les costó bastante conciliar el sueño. Pero estuvimos con ellos acompañándolos y recordándoles que ya son grandes y que por la mañana tendrían su recompensa en forma de bonitos regalos. 

La segunda noche Leo y Gemma tuvieron unos momentos críticos de llanto (Lídia no, seguía firme en la idea de que ya es mayor), pero la verdad es que no les duró mucho. Es cierto que estaban cansados después del ajetreado día de Reyes, eso ayudó a que cayeran rendidos.

Hoy, la tercera noche, no lo han pedido. Quizás han tardado más de lo habitual en dormirse, pero ni han llorado ni lo han pedido. Si esto sigue así, está siendo más fácil de lo que pensaba. 

Y aunque sé que es lo mejor para ellos y que ya era hora de que lo dejaran... el que ya no haya chupetes por casa me recuerda que mis niños ya no son bebés y que quien decía aquello de: "disfrútalos ahora, que el tiempo pasa volando", tenía más razón que un santo




viernes, 4 de diciembre de 2015

Mi peso antes, durante, y después de mi embarazo de trillizos


Cuando me enteré de que estaba embarazada de trillizos, una de las cosas que me planteé fue: ¿¿y cuánto se engorda en un embarazo asi?? 

Dicen que en un embarazo normal es un kilo o kilo y medio por mes. Entonces... ¿Tenían que ser 3 kilos por mes? ¿27 kilos? 

De todos modos, no me preocupé demasiado por eso. Tenía claro que me iba a cuidar, que haría todo lo que los médicos me dijeran y que lo importante es que ellos estuvieran bien.

Debo decir que antes de mi embarazo pesaba unos 60 kilos, 5 o 6 más de los que hubiera querido (mido sólo 1,54m, soy un "retaquillo"), aunque no me preocupaba en exceso... me encanta comer  ¡¡¡y no precisamente lo que más adelgaza!!!


Empecé el embarazo genial, me sentía pletórica y no tenía apenas nauseas ni mareos ni nada por el estilo. 

A veces dudaba de que realmente estuviera embarazada encontrándome tan bien. Pero era verdad!! Mi barriga empezó a crecer... y yo a vomitar!!!


Pero no, ya he dicho que no eran nauseas lo que tenía!!! Los bebés crecían dentro de mí y me apretaban el estómago, de tal manera, que sencillamente no me cabía apenas comida. Tal cual. Como si me hubieran hecho una reducción de estómago. La presión me producía unos ardores horrorosos, y a la que comía dos cucharadas de lo que fuera, tenía que echarlo. 

Sencillamente, en mi cuerpo no había espacio para más. 

Pero el médico me decía que estuviera tranquila, que los bebés estaban estupendamente. Y así pasé mi embarazo. Lo empecé con 60 kilos y medio; lo terminé con 68. A los pocos días de dar a luz, estaba con 52, ¡¡¡más delgada que nunca!!!



Ahora, casi tres años después, peso lo mismo que antes de mi embarazo. Esos cinco o seis kilos de más vuelven a estar ahí... O quizás me engorda la felicidad de tener a mis tres angelitos. Buenas noches.