lunes, 11 de julio de 2016

Mamás más allá de los 40

Acabo de ver el programa "9 meses con Samanta Villar". Si, ya sé que hace siglos que lo dieron, pero lo acabo de ver. Me ha hecho recordar tanto mi embarazo... Yo, como ella, fui madre primeriza a los 40 años. Mamás añosas nos llaman. Pero lo cierto es que cada día somos más. 


Anne Igartiburu acaba de ser mamá biológica por primera vez a los 46 años (ya lo es adoptiva de dos niñas); Ana Rosa Quintana tuvo a sus mellizos con 48; la cantante Ana Torroja fue madre primeriza con 45; la periodista Gloria Serra ha dado a luz a gemelas con 50...


Como ellas, miles de mujeres en el mundo deciden (o lo deciden sus circunstancias como fue mi caso) ser madres pasada, y a veces bien pasada, la barrera de los 40. Las técnicas de reproducción asistida juegan a nuestro favor, en un mundo que funciona a un ritmo distinto que nuestra biología. Según parece, la mejor edad para tener hijos es, para las mujeres, de los 25 a los 35 años: a esa edad, muchas empezamos a plantearnos la maternidad. Otras, deciden congelar sus óvulos hasta que llegue el momento adecuado: algunas, renuncian para siempre a tener hijos.


Mis hijos nacieron, a mi pesar, con los 40 ya cumplidísimos. Yo hubiera estado encantada de tener a mis hijos antes... pero no pudo ser. 


Hay quien dice que es mejor ser madre joven porque tienes más energía y paciencia para ocuparte de tu/tus bebés. Yo no creo que sea así. Yo deseaba con tanta fuerza ser madre que estoy segura de que no hubiera sido ni más paciente ni más activa con 20.


Hay quien sostiene que con 40 tienes más experiencia, eres más sensata, has hecho tantas cosas (salir con tus amigos, viajar) que teóricamente no lo echas de menos y por tanto disfrutas más de la maternidad. Tampoco creo que sea así. Ni todo el mundo puede viajar, ni a todo el mundo le gusta salir y trasnochar, y la maternidad es tan maravillosa que la disfrutas a la edad que te llegue, sean 20 o 45


Ahora bien, todo tiene un limite. No puedo entender a esas mujeres con más de 60 que se empeñan en ser madres. Aunque la ciencia lo permita. Y no por ellas mismas, que estoy segura de que dan ese paso porque ansían algo que la naturaleza o sus circunstancias le negaron en su día. Por sus hijos, que están destinados a justificar siempre que esa señora que los viene a buscar al cole no es su abuela sino su mamá, y que más que probablemente serán huérfanos jóvenes. Muy jóvenes. Niños a veces. 


Hecha esta mención aparte, cuando pienso en mi propia historia veo una peli con dos partes, antes y después de los 40.

La primera, no me puedo quejar, la viví con alegría, proyectos, buena compañía y bastante buena suerte. 

La segunda, con más trabajo, más estrés, más prisas, menos tiempo para mí... pero con mis tres tesoros, Leo, Gemma y Lídia, que llegaron, ahora lo veo, cuando tenían que llegar. Con 40. Si no, no serían ellos. 





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